Generalmente, cuando un comerciante o empresario se encuentra en una situación de insolvencia empresarial, la primera fórmula para atender la crisis es acudir a un crédito de emergencia, asunto absolutamente común y recomendable, pero dicha decisión debe atender siempre a la planeación objetiva del tiempo en que se estima durará la crisis. Muchos de nuestros clientes presentan el mismo problema, la gran mayoría de su pasivo fue adquirido en los últimos dos años, lo que usualmente indica que el crédito fue utilizado para amortiguar el déficit en el flujo de caja y la imposibilidad de atender las obligaciones periódicas.
Antes que nada, si usted está leyendo este artículo y se siente identificado con este, ya sea porque planea adquirir créditos de emergencia o porque ya los adquirió y ahora ha copado todas sus alternativas de crédito, es importante que haga un alto en el camino y considere lo siguiente:
Si usted quiere hacer créditos de emergencia o ya los está tramitando, debe analizar muy bien esta alternativa, visualizando en el peor escenario la posibilidad de atender dichos créditos en el corto plazo, es decir, usted deberá realmente estimar cuánto puede durar la situación de crisis financiera y si es una situación absolutamente temporal, o si por el contrario es mejor buscar mejores condiciones en sus créditos para que mediante una serie de reestructuraciones en los mismos, sin llegar a adquirir nuevos, se pueda lograr periodos muertos y condiciones que ayuden en el largo plazo.
Pero si usted visualiza que no va a poder atender esas nuevas deudas a corto plazo, o si ya habiéndolas adquirido las condiciones que le plantea a sus acreedores para reestructurar no son aceptadas, porque dentro de las políticas de las entidades no se encuentran las posibilidades que les plantea para normalizar sus deudas o las de su negocio, lo mejor es empezar a contemplar la posibilidad de iniciar un trámite de insolvencia que le permita lograr mejores condiciones para que su empresa pueda superar la situación de crisis.